Máquinas de peróxido de hidrógeno: Seguras sobre el papel, dolorosas en la práctica
El peróxido de hidrógeno para DAN se comercializa a menudo como un gran avance para la desinfección de sondas de ultrasonidos, una solución automatizada que ofrece resultados constantes. Sin embargo, en la práctica clínica, plantea tantos problemas como soluciones.
Daños en la sonda y problemas de compatibilidad
Estas máquinas utilizan peróxido de hidrógeno para desinfectar las sondas. Este producto químico es eficaz, pero también agresivo. Con el tiempo, las sondas muestran signos de degradación, especialmente las juntas, los adhesivos y las lentes. Los fabricantes de algunos sistemas de ultrasonidos tienen problemas de compatibilidad con la exposición repetida al peróxido de hidrógeno.
Costes ocultos y retrasos en el flujo de trabajo
También crea una estructura de costes oculta. Las máquinas son caras, pero el coste real está en los consumibles: cartuchos patentados, kits de secado y otros accesorios. Los hospitales pueden verse atrapados en contratos a largo plazo con gastos operativos crecientes que nunca formaron parte de la inversión original.
Y luego está el flujo de trabajo. Cada ciclo puede durar varios minutos. Para un departamento que maneja grandes volúmenes de pacientes, ese retraso se acumula. El personal se ve obligado a esperar, retrasar los procedimientos o arriesgarse a cometer errores de reprocesamiento debido a la presión del tiempo.
Por último, como todos los sistemas químicos, estas máquinas de peróxido de hidrógeno suscitan preocupación por los residuos. Incluso cuando están autorizados por las normas, la percepción y el riesgo legal persisten. Aunque el peróxido de hidrógeno para ecógrafos fue innovador en su día, ya no es la única opción. Es hora de que los hospitales se pregunten si este método -químico, con muchos consumibles y que altera el flujo de trabajo- es realmente el mejor camino a seguir.
Lavadoras desinfectadoras: Excesivos para ORL y ETE, y aún insuficientes
Las lavadoras desinfectadoras de endoscopios son adecuadas para endoscopios gastrointestinales con lúmenes largos y gran carga biológica. Pero cuando se utilizan en endoscopios ORL y sondas de ETE, resultan ineficaces, excesivos y demasiado complicados.
Ciclos ineficaces para dispositivos sencillos
Estas máquinas suelen requerir entre 20 y 45 minutos por ciclo. Esto podría justificarse para endoscopios canalizados complejos, pero no para dispositivos ORL o ETE. Que suelen ser sólidos o semirrígidos sin canales. Esperar 45 minutos para desinfectar una sonda utilizada para un procedimiento de 2 minutos no sólo es ineficaz, sino que altera el rendimiento de la clínica y la programación de los pacientes.
Costes elevados y exposición innecesaria
El coste de propiedad también es elevado. Las lavadoras requieren productos químicos especializados, sistemas de filtración de agua, contratos de mantenimiento y validaciones. Estos sistemas ocupan espacio, exigen infraestructura y requieren formación del personal. Las clínicas de otorrinolaringología y los departamentos de cardiología suelen carecer de la escala necesaria para justificar una inversión de este tipo.
Además, las lavadoras están diseñadas con complejos sistemas internos de aclarado y suministro de productos químicos, ninguno de los cuales se aplica a los dispositivos no canalizados. Esto genera una exposición innecesaria al calor, el agua y los productos químicos, lo que acelera el desgaste de los materiales delicados.
Por último, las lavadoras no ofrecen flexibilidad. Un solo ciclo sirve para todo, ya se trate de procesar un colonoscopio gastrointestinal o un pequeño endoscopio. ¿Cuál es el resultado? Un sistema costoso que se utiliza fuera de su aplicación óptima. Los hospitales necesitan máquinas que se adapten a los instrumentos y no que obliguen a los instrumentos a adaptarse a la máquina. Los departamentos de ORL y cardiología necesitan alternativas rápidas, seguras y validadas que satisfagan sus necesidades específicas sin concesiones.